Este tipo de revisiones será poco frecuente,
ya que rara vez veo una serie de televisión. De hecho, les tengo cierta
aversión. Prefiero gastar las horas en largometrajes o actividades de otro tipo,
ya que rara vez me interesan los argumentos y generalmente me parecen
innecesariamente largas. Pero por razones poco claras terminé viendo esta obra
de los Hermanos Duffer, experiencia que ha cambiado un poco mi postura sobre
este campo cinematográfico.
Netflix le ha dado al
mundo la posibilidad de asistir grandes producciones cinematográficas en muy
buena calidad, a un precio conveniente, sin tener la necesidad de comprar la
película o de ir a un cine. Se puede reprochar el hecho de que no hay tanto
como uno quiere; la gran diversidad de géneros y la diversidad de público
impiden que todo lo que hay allí sea disfrutable. Yo, por ejemplo, desearía más
películas de la era clásica.
Esta plataforma no
solamente se ha convertido en un moderno cine domiciliario sino también en una
productora de obras, que ya ha dado resultados notables. Su primera producción,
llamada “Beasts of no Nation”, fue un éxito de crítica. Desde entonces, tanto
las series como los largometrajes han recibido, en su mayoría, grandes elogios.
La más reciente serie, publicada el 15 de julio, no fue una excepción, y puede
decirse que ningún trabajo anterior producido por esta compañía ha tenido tal
alcance de público y respaldo crítico. Se trata de “Stranger Things”.
En líneas generales la
historia se centra en la desaparición de un niño llamado Willy, en un pueblo de
esos donde todos se conocen, durante los años ochenta. Su madre, el jefe de
policía, su hermano mayor y sus amigos emprenden por separado complejas búsquedas,
donde constantemente se encuentran con un muro impenetrable, donde se acaba la
lógica y la realidad. Una niña con ciertos poderes y apariencia de niño aparece
en medio del caos.
Se puede ubicar en el género de la ciencia ficción o
fantasía, pero también hay terror y misterio.
Lo primero que el
espectador observará será el claro homenaje que esta obra rinde a la cultura de
Estados Unidos en la década de ambientación, y por lo tanto a las películas,
los libros y la música de la época.
Hablando de la cinematografía,
no hay influencia más grande que Steven Spielberg, específicamente de una de
sus obras más aclamadas: E.T. La fotografía es muy similar a la de esa
película. El ritmo, la intervención de los personajes y la misma historia
tienen muchos aspectos en común con ese film de 1982. No es plagio; sería muy
descarado. El tributo es manifiesto e innegable, y el resultado ha sido, desde
mi perspectiva, fenomenal.
Se pueden observar
claras referencias a películas como “La cosa”, “Encuentros cercanos del tercer
tipo”, “Los Goonies”, “Cuenta conmigo”, entre otras. Stephen King también fue
homenajeado con esta obra: la búsqueda de los niños y el enemigo oculto son
comparables a los de “It”, entre otras historias de este gran autor. La música
de la época aparece representada principalmente por canciones de The Clash, Toto,
Peter Gabriel, David Bowie, entre otros.
También quiero hacer
notar la enorme cantidad de referencias artísticas de otras épocas, que
demuestran la alta cultura de sus realizadores, a saber: una cita de “El
corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad y cuadros de escritores importantes
como Edgar Allan Poe y Arthur Rimbaud.
No vale la pena entrar
en detalles sobre los innúmeros clichés, que son irreprochables, ya que surgen
naturalmente con la idea inicial de la obra.
La serie posee mucha
vitalidad. Quiero decir que la trama nunca se agota; el espectador no dejará de
sorprenderse en todos los capítulos. El ritmo es perfecto, minucioso. El número
de ocho capítulos le quedó muy bien; no faltó nada que no se pueda resolver en
una temperada posterior, ni tampoco sobró una pizca de maquillaje. Fue todo muy
bien medido.
La escenografía es muy
buena. Siempre es capaz de generar la atmósfera perfecta para los hechos.
El argumento fue
sagazmente construido; las pocas incoherencias observables están dispersas y no
le quitan solidez y encanto. La trama entretiene mucho, incita la expansión de
emociones y a veces se vuelve terrorífica. Los personajes, que al principio son
aparentemente poco interesantes, se van desarrollando con naturalidad, y con el
tiempo se puede sentir la profundidad de sus abismos, la complejidad de sus
mundos.
Creo que lo mejor de
esta serie está en las actuaciones. Nunca había visto a una mejor Winona Ryder;
simplemente increíble. La actriz de doce años Millie Bobby Brown también se
luce, y no puedo dejar de admirar la increíble conexión entre los actores del
grupo de amigos, y destacar la actuación del que interpreta a Mike. Esta
relación, este fuerte entendimiento entre los niños me recuerda al estrechísimo
vínculo que tenían Wallace Beery y Jackie Cooper, que actuando separados eran
buenos, pero juntos brillaban como nadie. Es la magia del cine, que jamás había
sospechado encontrar en una serie.
Para terminar deseo
añadir que la fotografía y el montaje no son perfectos en toda la filmografía.
Eso es debido al hecho de que se trabajó con un estilo antiguo en una
producción moderna, por lo que en las escenas con mayor carga de efectos
visuales de nuestro tiempo no supo estar a la altura, lo que se entiende
perfectamente.
Creo que la intersección
entre dos épocas cinematográficas completamente distintas, teniendo en cuenta
las técnicas propias de cada una y las implicancias de todo ello, ha sido muy
eficiente. Recomiendo mucho esta serie a aquellos que disfrutan del cine de los
años 1980, o que simplemente aman las buenas historias contadas de buena manera.
Escrito por Juan Ignacio Raffo.
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