En ciento veinte años de cine, la Navidad ha sido uno
de sus temas preferidos. La película más antigua conocida es “Scrooge, o el
fantasma de Marley”, que es también la primera adaptación de la celebrada obra
de Charles Dickens, “Cuento de Navidad”, que posteriormente recibiría más de
una decena de nuevas versiones.
Se puede decir que existen dos tipos
de películas navideñas. Primero, aquellas que tratan concretamente el tema
navideño, como la celebración, los presentes, Santa Claus, el Árbol de
Navidad, etc. Luego están aquellas que transcurren durante la época de Navidad, o
que están relacionadas con esta de una forma menos directa o menos evidente. En
la primera categoría entra perfectamente “De ilusión también se vive”, de
George Seaton. En la segunda podríamos ubicar, por ejemplo, a “¡Qué bello es
vivir!”, de Frank Capra.
Antes de pasar a comentar la
película principal de este artículo, dejaré una pequeña lista de las películas
que toda persona movida por el cine y el espíritu navideño debería ver.
Estas son:
-
“Cuento
de Navidad” (1938)
-
“Cita
en San Luis” (1944)
-
“¡Qué
bello es vivir!” (1946)
-
“De
ilusión también se vive” (1947)
-
“Blanca
Navidad” (1954)
-
“Muchas
gracias, Mr. Scrooge” (1970)
-
“Una
historia de Navidad” (1983)
-
“Gremlins”
(1984)
-
“Mi
pobre angelito” (1990)
-
“Eduardo
Manostijeras” (1990)
-
“Pesadilla
antes de Navidad” (1993)
En opinión de quien escribe, “¡Qué bello es vivir!” es
la mejor película navideña de la historia.
Ahora ocupémonos por un rato de la séptima entrada de
la lista, que he tenido el agrado de ver hace muy poco.
“Historias de
Navidad” (A Christmas Story en inglés) es una película de 1983 dirigida por Bob
Clark, con Peter Billingsley, Melinda Dillon y Darren McGavin en los papeles
principales. El guion es la adaptación de un libro de cuentos autobiográficos
de Jean Shepherd, y cuenta un conjunto de anécdotas acaecidas a una familia de
Minnesota en los años 40.
En el momento de
su estreno el film tuvo una recepción bastante pobre, tanto por parte del público
como de la crítica. Sin embargo, con el paso de los años y las reemisiones
anuales, la cinta ha ganado un prestigio notable. Actualmente se la considera entre
las mejores películas navideñas de la historia.
El film está muy
bien realizado, y aparenta cumplir con lo que se propone. No me parece
pretenciosa, ni ambiciosa. Es sencilla, familiar, y muy sutil. Emplea un humor ingenioso, presentando situaciones extrañas, a veces grotescas,
con cierta pincelada de humor negro. Es una deliciosa comedia, que no agota sus
recursos nunca; de principio a fin el espectador presenciará situaciones
impregnadas de la más absurda e insólita comicidad.
Se nos muestra
una familia para nada ideal, muy cotidiana, muy cercana a la de
cualquiera de nosotros. Viven el día a día enfrentando sus problemas, a veces resolviéndolos,
y a veces simplemente aprendiendo a convivir con ellos. La relación que se
produce entre personajes tan heterogéneos y raros, resulta mucho más familiar y
amena, que aquella que muestran películas con gente “más normal”.
El guion es
inteligente, y más allá de algunos desperfectos minúsculos, me parece que está
muy logrado. La fotografía no es excelsa, pero es la adecuada. El montaje se
lleva todos los aplausos; es interesante, algo original para su tiempo y ayuda
mucho a aumentar la comicidad de las escenas.
Las actuaciones
son, en general, bastante buenas. La película pedía cierto histrionismo en
algunos de sus personajes, así como cierta profundidad, cierto sentimentalismo
en su frustrado protagonista, y creo que todos los actores dieron lo mejor de
sí. La interpretación más destacada es sin duda la de Peter Billingsley.
La trama
principal, el peligroso regalo deseado por Ralphie, juntos con todas las otras
subtramas que se entrecruzan constantemente (la composición de Navidad, la "pierna lámpara", el bullying en la escuela, etc.) funcionan muy
bien en conjunto. Corren de la mano hacia un final que no tiene la intención de
resolverlo todo, pues también resulta cotidiano y familiar.
Algo muy notable
de la película, que ayuda a desarrollar varias de las subtramas y a entender
mejor al protagonista son las frecuentes ensoñaciones de Ralphie. Alimentan la tensión
general sobre la resolución de la trama, y divierten muchísimo al espectador.
En conclusión,
tenemos ante nosotros una sabrosa comedia que, siendo ella imperfecta,
muestra a su vez los imperfectos de una familia americana en tiempos de
Navidad, y los de la Navidad misma. ¡Un deleite!
Nota: 8/12
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