martes, 7 de marzo de 2017

Top 5: Cómo empezar: “Sinfonías”


            Como este blog está destinado a plasmar las opiniones de sus autores sobre diversos temas sobre el arte en general, pero centrándose en la música, la literatura y el cine, quería dejarles a ustedes, estimados lectores, en relación al tema música, una pequeña lista. Tal vez muchos de ustedes no se encuentran tan familiarizados con la música clásica como quisieran, y simplemente no saben por dónde empezar. Pues bien, ¡esta lista está hecha para ustedes!
            He seleccionado cinco movimientos de sinfonías, que considero como los más accesibles, basado en mi experiencia como oyente. Para aquellos que no lo sepan, una sinfonía es una obra compuesta para orquesta, cuya duración es variable, existiendo sinfonías que duran apenas catorce minutos, y otras que llegan a durar más de una hora y media. Las sinfonías se dividen en partes llamadas “movimientos”: la tradición clásica de la sinfonía establece cuatro movimientos, pero esto puede variar (la Sinfonía n° 14 de Dimitri Shostakovich posee once movimientos). Entre cada movimiento, la orquesta hace una pequeña pausa. Estos movimientos se nombran según el “aire” de los mismos, refiriéndonos con esta palabra al carácter y la velocidad de la pieza: Allegro (rápido), Presto (muy rápido), Adagio (lento), Vivace (vivo), etc.
            Cada uno de los movimientos tiene su propia estructura interna, y la combinación de los mismos es la que forma la estructura de la sinfonía: la coherencia de los movimientos entre sí es lo que le otorga unidad a toda la obra. Refiriéndonos a un aspecto puramente armónico, esta unidad está relacionada con las tonalidades (Do Mayor, Sol menor, etc.) de los movimientos: por lo general, el primer y último movimiento tienen la misma tonalidad, y aunque no lo tengan, la sinfonía se nombra según la tonalidad del primer movimiento. Pongamos un ejemplo: la Sexta Sinfonía de Beethoven, en Fa Mayor, también llamada “Sinfonía Pastoral”, está estructura en cinco movimientos, con la particularidad de que no hay interrupciones o pausa entre los últimos tres.
            Pero bien, ya han sido demasiados aspectos técnicos, y no es necesario ahondar en ninguno de ellos en este primer artículo sobre música. Ahora bien, es preciso decir que se ha juzgado la accesibilidad de las obras que integran esta lista en base a qué tan disfrutables pueden ser para un oído no tan entrenado en música clásica: melodías pegadizas, aparición en la cultura popular, complejidad no muy elevada en el desarrollo, duración, etc. En fin, he aquí la lista.


1.      Quinta Sinfonía (Do menor), Ludwig Van Beethoven (1770-1827), 1er. Movimiento.
Esta pieza es uno de los clásicos más populares que existen. Ha sido ampliamente utilizada en cine, televisión y medios audiovisuales en general. El comienzo de esta sinfonía es simplemente icónico: dos grupos de cuatro notas, las primeras tres que se repiten rápidamente y luego se descansan sobre la cuarta, “El destino que llama a la puerta”. Con poco más de siete minutos de duración, es buen comienzo para quien quiera adentrarse en el mundo sinfónico.

2.      Sinfonía n° 40 (Sol menor), Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), 1er. Movimiento.
     Comparte los dos primeros enunciados del primero de la lista: es también una obra icónica. Poseedora de una melodía que pareciera arrastrarnos y envolvernos, este primer movimiento está repleto de momentos emocionantes. Uno de ellos especialmente, cerca de la mitad (minuto 4:18 del video), en lo que se conoce como “desarrollo”, donde el tema que escuchamos al principio ahora va pasando por graves y agudos (violonchelos y violines), a medida que cambia de tonalidad, para volver a la que ya conocemos. En esta penúltima sinfonía, uno puede estar seguro de por qué Mozart es uno de los compositores más importantes de la historia de la música.



3.      Sinfonía n° 101 (Re Mayor), “El reloj”, Joseph Haydn (1732-1809), 2do. Movimiento.
Naturalmente, el “Padre de la sinfonía” no podía faltar en este listado. Como se puede ver por el número de la sinfonía, Haydn compuso más de cien, y por esta razón su aporte al género es más que fundamental, siendo sus sinfonías las que definirían la sinfonía clásica. El humor siempre está presente en la música de Haydn, es el caso de la “Sinfonía Sorpresa”, y también de esta, “El reloj”, que toma su nombre de este 2do. Movimiento, donde algunos instrumentos imitan casi permanentemente el tic-tac de un reloj. De melodía pegadiza y cargado también de momentos emocionantes, el que comienza en el minuto 2:58 del video es uno de mis favoritos.


4.      Sinfonía en Do mayor, Georges Bizet (1838-1875), 1er. Movimiento.
Bizet, el autor de la famosísima ópera “Carmen”, es también el autor de esta obra maestra del género sinfónico, que compusiera como un trabajo para sus estudios de composición. Toda la sinfonía está repleta de melodías sumamente pegadizas (se sorprenderán dentro de pronto tarareándolas o silbándolas), entretenidas y hasta graciosas, en el mismo sentido de humor musical que se puede apreciar en Haydn. Si bien perteneciente al período Romántico, Bizet creó una perfecta sinfonía clásica en cuanto a la forma. En el link que les dejo está la sinfonía completa: el 1er. Movimiento termina en el minuto 10:50, pero si sienten la tentación de seguir escuchando, no se arrepentirán.
https://www.youtube.com/watch?v=-xk7TVPyboY


5.      Sinfonía n° 1 (Do Mayor), “Clásica”, Serguei Prokofiev (1891-1953)
Escrita entre 1916 y 1917, es una de las sinfonías de más corta duración que haya compuesto, cuya interpretación dura por lo general cerca de catorce minutos. Por este motivo, en lugar de sugerir sólo el 1er. Movimiento de la misma, les sugerimos que escuchen toda la Sinfonía. Su nombre, “Clásica”, proviene de que Prokofiev haya afirmado que creía que el estilo que empleó sería el que hubiera utilizado Haydn si estuviera vivo a principios del siglo XX. Esta obra también está repleta de humor musical, y aunque Prokofiev haya querido, de alguna manera, imitar a Haydn, o adaptarlo, esta obra tiene la marca del particular estilo de Prokofiev, y se ha convertido en una de sus obras más conocidas y solicitadas.



Escrito por Dardo Andrés Arbiza

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